SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

15 de enero  de 2012 – Juan 1, 35‑42 Jornada del Emigrante y Refugiado     Luis es un sacerdote de oro, de esos que llevan más de cincuenta años consagrados a Dios y al prójimo. Él ha comprobado que lo mejor que le puede suceder a cualquier persona es descubrir el Evangelio y dejarse seducir por Jesucristo. Cuando habla de la pastoral de la iglesia afirma que habría que hacer como al principio, salir a las calles y a las plazas, a las tiendas, a los bares, a las fábricas y las oficinas, a los colegios y universidades y decirle a cada persona “¿quieres venir conmigo? vamos a vivir el Evangelio, es lo mejor que nos puede pasar”.   Los primeros discípulos de Jesucristo enseguida quedaron cautivados por Él. Sus palabras, sus acciones y sus gestos no les dejaron indiferentes. Sintieron que es el “cordero de Dios”, el Norte de sus vidas, el que da la felicidad, el maestro y el señor. El Nazareno se convierte, para sus discípulos, en el mejor compañero de camino. El secreto está en salir uno mismo y establecer con el Hijo de Dios una relación de intimidad y fidelidad. Quien descubre esta nueva vida no se contenta y enseguida busca a otros a quien convocar para que conozcan a Jesucristo y transiten el camino del Evangelio.   La iglesia celebra hoy la jornada mundialdelemigrante y refugiado. En el extranjero contemplamos el rostro mismo de Cristo, que nacido en un pesebre, “habitó entre nosotros”, y pasó su vida pública recorriendo “pueblos y aldeas”, sin un lugar “donde reclinar la cabeza”. Conocemos la situación de tantos hombres y mujeres que dejan su familia y su tierra en busca de un futuro mejor y nos sentimos llamados a anunciarles el evangelio y a trabajar para que tengan unas condiciones de vida dignas.   Esta semana muchos pueblos de Aragón se iluminarán con las hogueras de San Antón. Que su ejemplo y protección nos ayude a ser testigos del evangelio para que el mundo crea en el Hijo de Dios viva su evangelio.   Feliz Semana