DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO

29 de enero  de 2012 – Marcos 1, 21‑28   Elena es voluntaria de Cáritas desde hace unos meses. Es una nueva etapa en su vida. Ella dice que quiere “hacer algo por los demás”. Siempre lo ha hecho pero ahora dedica su tiempo a personas a las que no conoce. Elena, junto con un pequeño grupo de voluntarios, acoge, orienta y ayuda a muchas familias jóvenes, a afrontar situaciones difíciles. Ella, como tantos otros, ha hecho un hueco en su corazón a muchas personas y ve la vida desde el lado de los pobres.   En el evangelio siempre encontramos aJesúsatento al sufrimiento de los demás. Conocemos infinidad de relatos en los que se compadece ante quien lo pasa mal. Él no se queda de brazos cruzados. Expulsa a los espíritus que atormentan, perdona a los pecadores y cura a los enfermos. ¡No puede ser que hombres y mujeres sufran así! ¡Dios no lo quiere! Jesucristo, con su acción, ayuda a quien está oprimido por el dolor, el rechazo o la miseria. Su palabra es auténtica, como su  entrega por los demás. Su mensaje y su acción solidaria se perpetúan en quienes intentamos seguir sus pasos en medio de un mundo complejo y con demasiadas personas necesitadas.   Hoy, en Zaragoza, estamos de fiesta. San Valero nos recuerda a tantos hombres y mujeres que han dado su vida por servir los demás. Él, como obispo, vivió tiempos complejos pero no ocultó su fe y siguió proclamando el evangelio. Muchos también hoy esperan una palabra de aliento y consuelo. Es la Palabra de Dios que los cristianos tenemos que expresar con nuestra voz y nuestras obras.   Esta semana celebraremos la presentación deJesúsen el templo. Nos acordamos de todos los bebés que ven la luz y los presentamos a Dios. También oramos por los que oran. Monjes y monjas contemplativos celebran su día grande en la candelaria. Que su vida sobria, auténtica y orante sea una referencia para todos nosotros.   Feliz Semana