Marcos 13,33-37
Buenos días
El adviento nos recuerda una de las claves de la vida cristiana: Vigilad, estad atentos, no perdáis detalle… Dios está al caer y no podemos despistarnos. Ante nosotros se abre un apasionante tiempo de espera y esperanza. Si abrimos los ojos al prójimo y al necesitado, si miramos en los umbrales sombríos de la sociedad, si estamos pendientes de aquellos que no cuentan… posiblemente descubramos al Dios que viene a nuestro encuentro. No en vano ya nació una vez en un pesebre.
Uno de los prefacios de la Misa reza así: “El Señor viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino”. Esta puede ser nuestra preparación. Hacer una ecografía de personas y acontecimientos para reconocer los rasgos de Dios. Acciones solidarias, personas gratuitas, iniciativas que buscan el bien común, hombres y mujeres que trabajan por la paz… son algunos indicadores de la presencia de Dios hoy. Él volverá a nacer, seguramente, en un lugar sin luz, junto a la puerta de atrás, y, posiblemente, pasando frío. No siempre le descubrimos.
Al comienzo del adviento toda la iglesia y cada cristiano nos convertimos en vigías para identificar y reconocer a Dios. Él es nuestra auténtica esperanza, el horizonte y sentido de nuestra vida. Él sigue presente en nuestro mundo… sólo hay que abrir los ojos para reconocerlo y los brazos para recibirlo. En el tiempo de la crisis Dios se hace más presente, si cabe, entre nosotros. Tenemos cuatro semanas para aprender a reconocerle. No hay que desaprovecharlas.
Feliz semana.